Este
itinerario responde a las exigencias de los amantes de la montaña dispuestos a
una gratificante caminata o una dura etapa en bicicleta.
El
recorrido recientemente señalizado e incluido en la red de senderos del Parque
Natural, transcurre totalmente por un carril, que partiendo del Valle de
Bedmar (800m), en el área recreativa de Cuadros, asciende faldeando
por toda una serie de elevaciones importantes como Las Carboneras (1.511m)
y el Campanario (1.610m) hasta llegar al Cano del Aguadero (1.650m), al pie de
Pena Grajera hasta donde habremos recorrido aproximadamente 12
km.
Es
conveniente subir provistos de agua, porque en todo el camino tan solo hay una
fuente, la de las Carboneras, que se encuentra a veinte metros del carril pero
que es preciso conocer al no estar señalizada y no se visible desde este. Por
el contrario al final del itinerario se encuentra una caudalosa fuente que da
nombre al paraje, el Caño del Aguadero dispuesta a complacer a todo sufrido
visitante.
Al
comenzar el recorrido. Un par de cortijos y algunos campos de cultivo
abandonados hablan de su pasado agrícola, del que hoy tan solo persisten unos
retazos de olivar. La mayoría de las siembras de cereal que hubiera en este
lugar hace 40 años son hoy densos pinares de repoblación que con su sombra
hacen más grata la caminata.
Tras
unos kilómetros de subida llegamos a la
Era del Curilla un puerto que a 1.100m de altitud, que separa
el valle por el que ascendemos de otro llamado Valle del Atanor. Este lugar es
excelente para descansar un poco y gozar de la vista que nos ofrece la
depresión del Guadiana Menor y la
Sierra de Cazorla.
El
valle del Atanor es, además, un ejemplo de la influencia de la orientación
sobre los vegetales. Así mientras que la ladera que mira al norte, más umbría, está
cubierta de encinares, la que irá al sur, mucho más soleada, está dominada por
el pino carrasco.
Continuando
nuestra ascensión cada vez se hacen más frecuentes otros árboles como el
quejigo y el arce propios ya de ambientes más frescos y húmedos. Entre las
repoblaciones de diversos pinos se encuentran pies de estas especies y encinas
gigantes, testigos mudos de la historia de la sierra; petirrojos, zorzales
charlos y arrendajos (Garrulus glandarius) saltan entre las ramas.
Por
debajo del carril se advierte la caja del profundo barranco del Mosquito. Una
vez que se ha ganado bastante altura los paisajes son de gran belleza y de unas
excelentes vistas: al norte y de fondo el valle del Guadalquivir y los cerros
de Úbeda, divisándose esta ciudad y la de y Baeza en la que destaca la torre de
la catedral; más próximo y a poniente, los picos del Carluco (1.441m) y
Aznaitín (1.740m). No es difícil que, una mirada al cielo nos revele la
presencia del Águila Real, con su majestuoso
vuelo.
Tras
dejar atrás el imponente Pico del Campanario y un gigantesco pino salgareño que
abraza el carril con sus ramas, la pendiente se suaviza y la vegetación se
aclara en un pastizal de excelente calidad. Comienzan a hacerse más abundantes
los matorrales de aspecto almohadillado. Entonces ya se está muy próximo al
destino, pero antes de llegar y al levante del carril merecerá pena ver una de
las dolinas más grandes de la sierra, la conocida como Hoyo de la
Laguna. Esta formación geológica en forma de cubeta, típica de
las sierras calizas, debe su nombre local al hecho de que cuando llueve mucho,
su suelo se acaba saturando de agua y debido a su carácter endorreico, se forma
una pequeña laguna.
Un
kilómetro más arriba esta el final del itinerario, el Caño del Aguadero. En
este paraje, vecino ya de las altas cumbres, hay un refugio parcialmente
ocupado por los pastores durante el estiaje. Tras el obligatorio paso por la
fuente llega el momento de admirar el paisaje, coronado por Peña Grajera
(señalado en los mapas como Sierra Mágina) que con sus 2.014m es uno de los
picos más artos de la sierra.
Una vez completado el
recorrido se debe desandar lo andado o continuar hacia la
Fuente del Espino, Mata Bejid y Cambil, pero esta ya es otra
ruta.